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¿Harías un pacto con el diablo para encontrar el amor?
Amor, pasión y el diablo: el escandaloso romance que desafió al cielo y al infierno.
Por:El amor es un terreno peligroso, donde las pasiones desatan tormentas emocionales que pueden llevar al terror y a la locura. Conoce la apasionada y tumultuosa relación entre Francisco y Josefa.
Esta historia comienza en 1790, en la provincia de San Hipólito Mártir, Oaxaca, cuando Francisco Xavier Palacios, un monje corista de los dominicos, hace una confesión que deja boquiabiertos a los inquisidores. Francisco admite blasfemar y haber sellado un pacto con el mismísimo "príncipe de las tinieblas", el diablo, con un único propósito: abandonar su vida monástica y entregarse a los brazos de la mujer que ama, Josefa.
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La vida de Francisco es un torbellino de emociones. A pesar de su compromiso religioso, su deseo ardiente por Josefa lo consume. Desesperado, incluso intenta acabar con su existencia en dos ocasiones y escapa del convento en busca de liberación de la religión. Pero Josefa, la mujer que lo ha llevado al borde de la locura, le advierte que si se va, encontrará a otro hombre. Así, Francisco se encuentra atrapado entre el ardor de su corazón y las cadenas de su fe.
¿Harías un pacto con el diablo?
En su búsqueda obsesiva por conquistar a Josefa, Francisco invoca al diablo en múltiples ocasiones, hasta que un hombre misterioso se le aparece. Este enigmático individuo, descrito como un joven de 21 años, vestido de negro y blanco, le ofrece cumplir sus deseos a cambio de su alma. Sin pensarlo dos veces, Francisco acepta, con la esperanza de ganarse el corazón de Josefa.
En su segundo encuentro con este "diablo", se le encomienda a Francisco la tarea de convencer a Josefa de que fabrique una muñeca que él adorará en nombre del príncipe de las tinieblas. Este oscuro ritual culmina con la firma de un pacto siniestro, utilizando su propia sangre, en el que renuncia a su fe cristiana y abandona los dogmas católicos.
¿El pacto demoníaco fue real?
Sin embargo, los inquisidores pronto empiezan a poner en duda la veracidad de la historia de Francisco. Sospechan que todo esto es un elaborado plan para escapar de su vida monástica. Las investigaciones revelan inconsistencias en su testimonio, y cuando se siente acorralado, Francisco niega cualquier contacto con el diablo. El supuesto pacto sellado con su propia sangre y la adoración de la muñeca como un artefacto demoníaco resultan ser invenciones nacidas de la pasión y la desesperación.
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La muñeca, que inicialmente parecía estar imbuida de oscuridad, en realidad era un objeto enviado por Josefa con un propósito erótico y sentimental. Sus palabras en la carta que acompaña a la muñeca dejan claro que su intención era mantener encendida la llama de la pasión entre ellos, no invocar a fuerzas diabólicas.
El fiscal del Santo Oficio, Antonio Bergosa y Jordán, concluyó que Francisco había llevado a cabo todas estas acciones en un intento desesperado por satisfacer sus deseos lujuriosos y que la muñeca era simplemente un objeto de placer. El castigo impuesto a Francisco no fue por pactar con el diablo, como se temía inicialmente, sino por apostatar de su fe cristiana.