En este artículo:
El fantasma del padre fallecido en brutal accidente en Bogotá
Cuidado con quién habla tu hijo.
Por:En 1985, Camilo viajaba en su auto a una gran velocidad por una de las autopistas de la capital cuando un gran camión se apareció frente a él y lo embistió de una forma brutal. Intentando frenar su auto, el hombre presionó el pedal para evitar una tragedia, pero las cosas no resultaron bien.
Lucía, esposa de Camilo, se encontraba en casa cuando recibió la lamentable noticia de que su pareja había muerto en este accidente de tránsito, por lo que comenzó a perder el control, rompió en llanto y llegó a destruir su ropa por el fuerte momento. La mujer acababa de tener a su recién nacido, llamado Juan, fruto del matrimonio que sostenía.
Sigue las noticias de La Mega en WhatsappLucía, luego de ir a reconocer el cuerpo de su esposo, el cual quedó completamente destrozado por el impacto con el camión, tuvo que iniciar de cero su vida con el pequeño y mudarse a un gran apartamento ubicado en el centro de la ciudad. En aquel lugar, que estaba completamente nuevo, la bogotana logró levantarse y criar al niño sola.
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Años después, cuando Juan tenía 6 años, estaba jugando en la cocina del apartamento con sus carros, cuando vivió una experiencia paranormal. El niño estaba de pie junto a un mueble gigante y vio a un hombre que se acercaba a él, le consentía la cabeza y lo miraba fijamente.
Juan corrió donde su mamá para contarle sobre este hombre que lo había consentido, por lo que ella se levantó de su cama y fue a ver. Para sorpresa suya, jamás vio nada y aquel suceso quedó grabado en su cabeza.
Días después, Lucía estaba cocinando el almuerzo y comenzó a sentir un frío muy extraño en el lugar. Al ir a su habitación por un saco, vio a su hijo hablando y riéndose con alguien, pero no pudo observar nada fuera de lo común.
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Juan miraba hacia una pared, donde se reflejó la sombra de un hombre y el niño soltó una carcajada llamando a esta misteriosa silueta por el nombre de Camilo. La madre le preguntó al pequeño quién era esa persona que veía y el menor aseguró que un amigo que lo visitaba todos los días.
Un mes después, Lucía se levantó para alistar al niño para el colegio y entró en caos cuando se dio cuenta que el pequeño no estaba en su cama. En la habitación solo estaba la argolla de matrimonio de su esposo fallecido y la puerta de la casa estaba con llave.