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Actor del 'Man es German' tuvo serio problema con el trago: empezaba el día con guaro
Rafael Zea (Michael Giovanny) contó que desayunaba aguardiente y un día tocó fondo para por fin buscar ayuda psicológica.
Por:El actor Rafael Zea interpretó a uno de los personajes más queridos del 'Man es German', el recordado Michael Giovanny, su papel es recordado por su personalidad graciosa y su ternura, no obstante, el actor vivía una realidad completamente diferente.
Hace poco, por medio de una entrevista con 'Diva Rebeca' el actor reveló un triste relato de su pasado. Pues aceptó que en un momento de su vida bebía demasiado y aun así le iba bien en sus compromisos, pero sus compañeros de universidad comenzaron darle quejas a una de sus profesoras.
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“Era tan ñoño, que aun en mi época de borracho me iba muy bien en el estudio. Hasta que una gran actriz de Colombia, que era mi profesora de la universidad, y que yo adoraba, me citó en un bar. Yo chupaba mucho y mis compañeros empezaron a darle quejas diciéndole que yo llegaba ‘borrachito’ a las clases de 9, a media caña", dijo.
Contó también que dicha profesora quiso hablar con él y hacerle caer en cuenta que estaba pasando los límites del trago, la mujer le pidió que se vieran y fueron a un bar en donde le recalcó que el tema se le estaba saliendo de las manos.
“Nos fuimos a un ‘barcito’, llegamos, pidió dos cervezas para decirme que el trago se me estaba saliendo de las manos y que estaba bebiendo mucho y que el trago era una cosa muy delicada y ella me hablaba con el alma porque me quería mucho. Y mientras me hablaba de la importancia de no beber nos pegamos una rasca. Terminamos llorando”, contó.
Rafael Zea aceptó que tuvo fuertes problemas con el alcohol, pues empezaba sus días con un trago y aunque vivía con sus hermanos y lo primero que debía haber en la nevera era trago.
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"Yo sabía que tenía que bajarle al trago. Yo creo que sí tuve problemas de alcohol. Uno no se da cuenta cuando se comienza a salir. Yo vivía con mis hermanos en esa época y había dos gajos de cebolla y media de aguardiente. Y con eso comenzaba mi día. Iba a salir de mi casa y me zampaba otro trago. Al final del día ya estaba hecho nada”, agregó.
Estando en esa situación llegó a Buenos Aires y lo primero que hizo fue comprar dos botellas de vino, pues este licor era bastante asequible, sin embargo, entendió que tenía un grave problema cuando vio que no había terminado el día y ya se había acabado todo el vino.
"Cuando llegué de nuevo a la habitación y vi el desastre, pensé en mis papás y los esfuerzos que estaban haciendo para que yo estudiara. Ese mismo día cogí las botellas y no volví a tomar así. Ahora, me tomo una o dos cervezas, o cuando estoy muy contento ocasionalmente”, indicó.
Concluyó explicando que tomó la decisión de ir a terapia y buscó ayuda, pues la vida le mostró que aparte de padecer problemas físicos son otras cosas las que pueden afectar a alguien.